¿Para qué ir a psicoterapia?

¿Para qué me sirve ir a terapia con un psicólogo(a)?

Por Psic. Walid Israel Barea Herrera.

Aún en la actualidad, al pensar en la labor del psicólogo o psicóloga clínica, todavía hay gente que lo asocia con ideas como patologías mentales, problemas conductuales, disturbios emocionales y relaciones disfuncionales. Sin embargo, si este profesional limitara sus esfuerzos a solucionar estas solicitudes, perdería de vista la posibilidad de participar en experiencias humanas como la salud mental, el bienestar y los recursos de quienes acuden a consulta.

Usando una metáfora, si pensáramos al psicólogo como un experto en rescate, buceo y espeleología,  posiblemente acudiríamos a él o ella cuando tuviésemos un problema en el cual yo o alguno de mis seres queridos se encontrara perdido en algún punto de una larga, oscura, sinuosa y resbalosa gruta, o incluso ahogándose en uno de sus cenotes; si imaginamos este lugar, bajo esas condiciones, podría parecerse al escenario de nuestras peores pesadillas. De esta forma, lógico sería que admitiéramos al psicólogo en nuestras vidas como alguien a quien no desearíamos tener que acudir.

¿Qué pasaría si vemos al psicólogo o psicóloga desde otra mirada? ¿Cuáles son los beneficios que aspira brindar el trabajo de un psicólogo? La respuesta podría ser: un abanico de posibilidades. Si un psicólogo se piensa como posibilista, te acompañaría a sembrar un nuevo sueño, a tejer una nueva filosofía de vida, a reciclar lo que del pasado es renovable, a transformar proyectos futuros cuando los anteriores concluyeron o no prosperaron, a construir una relación como puente entre personas; por mencionar algunas alternativas.

En una comunidad en donde el psicólogo no fuera visto como un rescatista de incómodos accidentes,  las personas dejarían de tener temor de ser estigmatizadas por acudir con uno, y las familias quizá dejarían de arrastrarse los unos a los otros por una estrecha puerta, para abrirse a las posibilidades.

CADEPSI es un espacio abierto a las posibilidades, a compartir experiencias y a escucharnos. Somos un grupo de profesionales de la psicología enfocados a la orientación, asesoría a padres y madres, conversaciones terapéuticas y consejo psicológico para niñ@s, adolescentes y adult@s; así como terapia familiar y de pareja. Tu voz y la de los tuyos es importante para nosotros.

¿Cuál es el papel de la mentira en la relación de padres-madres e hij@s?

¿Cuál es el papel de la mentira en la relación de padres/madres e hij@s?

Por: Psic. Walid Israel Barea Herrera.

Continuamente llegan personas a consulta preocupadas porque su hij@ les miente. En el mejor de los casos, estos padres y madres tienen presente que ellos mismos usan la mentira en sus relaciones personales, aún cuando sólo la usen como “mentira piadosa” o “verdad a medias”. Estos padres se autojustifican diciendo que lo que pretenden es proteger a sus hij@s de los efectos adversos de la verdad, por lo que juzgan inconveniente que se enteren de aquello que supuestamente los dañaría, o no entenderían. Esto lo podemos ver cuando se le oculta a un niño la muerte de un familiar por no saber cómo explicársela. Más aún, algunos padres mienten por practicidad, por no tener que dar largas explicaciones, o por pensar que sus hijos no son capaces de descubrirlos.

En el afán de los padres por develar la verdad, se acercan a sus hijos cual detectives, perdiendo de vista el objetivo inicial de atender determinada situación y permitiendo emerger un nuevo propósito, el demostrarle a sus predecesores “quién manda”; conservando así las dudas iniciales y un aprieto magnificado.

Que un hijo mienta no quiere decir necesariamente que no les tenga confianza, tampoco quiere decir que desee entrar en competencia con usted. La mentira no existe de manera aislada, por eso no se puede capturar, a quien capturamos es a quien suponemos que miente, o incluso a quien creemos haber demostrado que lo hizo, pero aún cuando éste expusiera sus motivos, esta explicación sería parcial y no contendría la verdad absoluta, redonda y acabada.

A partir de estas ideas, pregúntese ¿Cómo abrir una conversación con nuestros hijos e hijas, que multiplique posibilidades de comunicar lo que nos preocupa?